El factor clave es el aprendizaje.
Habitualmente una persona empieza a padecer síntomas hipocondriacos a raíz de crisis existenciales y problemas cotidianos como toma de decisiones duelos, problemas laborales o de parejas, e incluso con alguna enfermedad menor que le hace replantearse su propia vulnerabilidad ante la enfermedad.
Estos problemas producen emociones fuertes, y conducen a estados de ánimos caracterizados por la ansiedad extrema, que obviamente, tiene un efecto en el organismo, que el paciente no logra relacionar con sus problemas emocionales y lo interpreta como signos de una enfermedad.
En estas personas con una situación de depresión o ansiedad (especialmente no valoradas como tales), las sensaciones físicas se interpretan como síntomas de una enfermedad, y se desarrolla un miedo a la enfermedad. Comienzan entonces los rituales de chequeo en busca de síntomas corporales y comprobación de que no se tiene nada sin embargo, es lógico que la concentración en la búsqueda de un dolor, llame a ese dolor.
La interpretación de las sensaciones en clave de enfermedad es debida a un aprendizaje familiar o al papel social que se adjudica a la medicina para explicar y aliviar cualquier síntoma físico.
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