La hipocondría se diagnostica si la persona tiene una creencia que persiste durante más de 6 meses, de que padece una enfermedad grave, a pesar de que los médicos no encuentran evidencia de enfermedad. A menudo estas personas muestran una pobre comprensión del problema y no reconocen que su preocupación es excesiva.
Los hipocondriacos tienen preocupaciones e inquietudes obsesivas con su estado físico y continuamente se inquietan por su salud. Debido a su miedo a desarrollar una enfermedad, rastrean cuidadosamente todos los síntomas potenciales y se mantienen en alerta ante los mínimos cambios en su funcionamiento corporal. Tienden a malinterpretar la naturaleza de la relevancia de la activación fisiológica y a exagerar los síntomas.
A menudo la actividad fisiológica se refleja en un aumento de la tensión y la ansiedad, así como alteraciones del sueño. El centrarse en su cuerpo se ilustra por la estrecha vigilancia de los rasgos corporales, la constante búsqueda de información congruente con sus síntoma y la meditación sobre dolencias físicas.
Se observa la evitación y comprobación en autoinspecciones repetidas, consultas médicas frecuentes y la búsqueda constante de afirmación de su dolencia, estrictas opiniones y conductas sobre la dieta y estilos de vida, así como evitación del ejercicio físico y de personas que pueden padecer una enfermedad.